Te di mi alma by Anna Casanovas

Te di mi alma by Anna Casanovas

autor:Anna Casanovas [Casanovas, Anna]
La lengua: spa
Format: epub
Tags: Novela, Romántico
editor: ePubLibre
publicado: 2010-12-31T16:00:00+00:00


Capítulo 13

Marianne fue la primera en bajar y su madre corrió a abrazarla. No era la primera vez que la joven regresaba de una misión peligrosa, pero Jane estaba al tanto de lo que sentía por William y le bastó con mirarla a los ojos para saber que necesitaba un abrazo. Hawkslife estaba detrás de ellas, esperando su turno, y cuando Jane bajó un brazo para hacerle sitio y dejar que él también pudiera abrazar a Marianne, no lo pensó dos veces. Jane había decidido demostrarle a Griffin de una vez por todas que quería que formara parte de su vida y, por suerte para él, el maestro halcón estaba dispuesto a aceptar el ofrecimiento.

—¿Y William? —Aquella voz debía de ser de Alex Fordyce, pensó Marianne cuando levantó la cabeza—. ¿Dónde está? —Era una versión idéntica y al mismo tiempo completamente distinta de su hermano mayor.

—Aquí —contestó William al pisar tierra firme.

Alex, que había estado mirando a Hawkslife con las mujeres Ferras, se dio media vuelta. Y, cuando lo vio, sintió que los ojos se le llenaban de lágrimas. Últimamente, estas parecían ser inagotables.

—¡William! —Lo abrazó con todas sus fuerzas, y aunque notó que el otro se tensaba, no lo soltó. Llevaba años queriendo abrazarlo, e iba a tomarse su tiempo.

—Alex —farfulló William.

Los dos hermanos, que habían sido inseparables durante su infancia, se estrecharon emocionados.

—No vuelvas a morirte —le pidió Alex como si estuviera bromeando a pesar de que lo decía muy en serio.

—Haré lo que pueda —respondió él en el mismo tono.

Alex soltó a William, y le tocó el turno a Charles. El conde de Wessex abrazó a su hijo mayor con todas sus fuerzas. Charles quería a todos sus hijos, pero con William siempre había existido una relación especial, y tener que enterrarlo casi había acabado con él. Por suerte, Dios, o quien quiera que fuese, le había devuelto a William con vida, y ahora por fin su familia volvía a estar a salvo. Ojalá su esposa pudiera verlo desde el cielo. William tembló al notar los brazos de su padre; él siempre lo había admirado y respetado, y era consciente de que su padre sentía lo mismo, pero ahora tenía miedo a decepcionarlo. William sabía que no sería capaz de volver a ser el de antes, lo que por desgracia no sabía era que a su padre eso no le importaba lo más mínimo.

—Hijo —dijo el conde de Wessex sin ocultar que estaba llorando—, por fin has vuelto.

Él cerró los ojos. Qué no daría por haber vuelto tal como era antes y no siendo un mero cascarón. Dejó que el cariño y el amor de su padre lo reconfortaran, y se permitió ser feliz durante unos instantes. Al conde lo siguieron Eleanor y Robert, que estaban tan impacientes que se abalanzaron a la vez sobre su hermano mayor.

—¡Robert! ¡Eli! —William tenía que reconocer que los había echado muchísimo de menos. Robert y Eli siempre ocupaban un lugar especial en su corazón, y cuando había creído estar al borde de la muerte, había pensado en ellos y en lo mucho que los quería a ambos.



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